María Gabriela Ensinck
Natalia Calcagno es socióloga, especialista en Metodología de la Investigación, y a partir de 2007 coordina el Sistema de Información Cultural, creado dentro de la Secretaría de Cultura de la Nación para recopilar, sistematizar y analizar información antes dispersa sobre el valor económico de la cultura nacional, y el papel de las pequeñas empresas y emprendedores culturales. Una tarea que, pese a lo ardua que parece, viene dando resultados alentadores y sorprendentes.
La cultura representa el 3,2% del PBI argentino, es decir que contribuye con unos $ 12.500 millones. Como sector económico realiza un importante aporte en la generación de valor y empleo; mientras la economía creció a un promedio del 8% anual los últimos seis años, la cultura lo hizo a tasas del 17% anual.
n ¿Con qué se encontró cuando asumió la tarea de recopilar información sobre la cultura, había datos?
Cuando entré a trabajar acá me dijeron: de la cultura no hay datos. Nadie sabía cuánto factura la industria del libro, qué pasa con la música y la piratería... cuántas empresas hay. Todavía está este tema de que el arte y la cultura no tienen nada que ver con la economía y los negocios, y entonces para qué medir su impacto económico desde la Secretaría de Cultura. Pero sí había datos! La información estaba, sólo que muy dispersa.
n¿Y dónde estaban esos datos?
En la Cámara del libro, por ejemplo, ya que cuando se publica un título, hay que registrarlo obligatoriamente para obtener el ISBN. Esta es una fuente de datos fenomenal sobre la cantidad de libros que se editan en un año, las temáticas, los autores, las editoriales. Otro tanto ocurre con la Cámara de la Música que tiene datos de ventas y facturación del sector, hay datos de la industria del cine en el Incaa: Cantidad de películas, origen, cantidad de entradas vendidas, las más vistas.
Tenemos fuentes variadísimas. Hasta la AFIP nos pasa información. La Conabip (Comisión de Bibliotecas Populares), el Cenoc (Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad). En la secretaría también había información sobre museos, monumentos históricos. Lo que hicimos fue recuperar esos datos, darle una sistematización y publicarlos a través de cuadros estadísticos y cartografía. Así creamos el Mapa Cultural de la Argentina. Por otro lado, en 2007 empezamos a trabajar con la división cuentas nacionales del Indec para lo que es la medición económica de la cultura. Creamos la cuenta satélite de Cultura, separada de la de Educación. De ahí extraemos el PBI cultural. Así podemos saber cuánto es el valor agregado que genera la cultura, cuántos puestos de trabajo, exportaciones e importaciones.
n ¿Y cuál es la contribución de la cultura al total del PBI argentino?
El último dato que tenemos a 2008 es de 3,24% del PBI. Eso es $ 12.500 millones constantes. Esta cifra viene en ascenso desde 2004, cuando era del 2,35% del PBI. Es mucho más que los servicios (luz, gas, agua, energía), más que actividades extractivas como la minería y la pesca. Y es la mitad del PBI de la construcción.
n Esto contradice la percepción general de que el arte y la cultura no tienen nada que ver con el dinero
Es que cuando se habla de cultura, de música o de cine, se habla de empresas como Sony, Warner, la editorial Random House, y también de pymes y emprendedores. Como sector económico, la cultura genera muchísimo valor y empleo.
n¿Y qué pasó con la cultura a partir de 2008, con la crisis global y la del campo?
En 2008, cuando la recesión mundial empezó a sentirse, sectores como la construcción y los servicios bajaron su tasa de crecimiento (la construcción lo hizo al 3% y los servicios al 8%), la cultura mantuvo su tendencia y creció al 17%.
n¿Cómo se explica esto? Lo habitual es pensar que en momentos de crisis, la gente recorta sus consumos de esparcimiento y culturales
Lo que nosotros vemos es que la cultura es elástica al ingreso. Cuando se reduce el poder adquisitivo, entre los primeros consumos que se resignan están: salidas al cine, libros, el cable, diarios y revistas. Y cuando crece la capacidad adquisitiva, es lo primero que se reactiva. Y esto ocurrió en 2001, cuando hubo una caída violenta en la producción y el consumo cultural. Pero su crecimiento post crisis fue mucho más acelerado que el promedio de la economía. La economía creció a un promedio del 8% anual los últimos seis años, y la cultura a tasas del 17% anual.
Estamos viendo un fenómeno de inercia que es interesante. La explicación tal vez esté en que, en momentos de crisis, el consumo cultural cambia pero no desaparece. Por ejemplo, en lugar de ir al cine o al teatro, la gente opta por espectáculos gratuitos.
nY en lugar de comprar el diario, se lo lee por internet...
Sí, pero no se deja de leer el diario. Los consumos culturales están cambiando, y los negocios ligados a ellos también. Además, hay que tener en cuenta que, si bien está fuertemente ligado al ocio, el consumo cultural está siempre. No sólo leemos libros cuando tenemos tiempo libre, sino todo el tiempo, en la escuela, en la universidad, para el trabajo. Y todo eso se cuenta como un consumo cultural.
¿Federalismo cultural?
nEn la Argentina, casi todas las actividades económicas están fuertemente concentradas en Buenos Aires y la zona metropolitana, ¿ocurre lo mismo con la cultura?
En parte sí. Pero es más complejo de lo que parece. Por un lado están las industrias culturales, lo que es masivo y a gran escala, cuya producción está concentrada geográficamente en la capital y GBA: editoriales, productoras de tv, canales de aire, sellos discográficos. Sin embargo, a lo largo del país hay mucha diversidad de manifestaciones culturales y emprendimientos de tipo comunitario.
n¿Y qué pasa con el consumo?
Bueno, la oferta cultural está también muy concentrada en Buenos Aires. Esto no quiere decir que en el interior no hay librerías, disquerías o teatros. Sino que en la capital se accede a libros, películas y obras teatrales que en el interior no, o no con tanta facilidad.
n¿Las fiestas populares son generadoras importantes de negocios?
Sí, por supuesto. Los carnavales de Gualeguaychú, la Fiesta de la Vendimia y Cosquín generan muchísimos ingresos y una importante afluencia de turismo. Pero los festivales más locales, la fiesta del ternero, de la papa o del santo patrono generan en ese pueblo o localidad un movimiento muy importante del que se benefician todos: desde el que vende gaseosas, hasta el artesano, el restaurante y el hotel.
n ¿Hay un ranking de fiestas populares y de las temáticas más comunes?
Lo estamos armando, dividiendo en festivales musicales, religiosos, productivos. Encontramos una variación geográfica muy interesante. En el norte, sobre todo la Puna, y hasta Córdoba, predominan las fiestas patronales y religiosas. En la zona de Cuyo, la Pampa y la provincia de Buenos Aires, las fiestas son más productivas: de la papa, de la flor, del ternero, del chancho, del trigo, de lo que tiene que ver con lo que se produce en ese lugar, con todo su pintoresquismo y sus reinas de belleza... Y en la Patagonia hay menos cantidad de fiestas y son más cívicas: el aniversario del pueblo, de la juventud, del inmigrante.
n¿Cuál es el santo patronal con más marketing, el Gauchito Gil?
No. Santa Rosa de Lima, por lejos... Casi no hay pueblo ni ciudad que no celebre a Santa Rosa.
n¿El sistema de información cultural permite comparar el PBI cultural de Argentina con los de otros países?
Sí, para eso estamos implementando el Sicsur, un sistema que reúne información cultural de diez países de América del Sur. La idea es medir, con la misma metodología, no sólo el PBI cultural de cada país, sino la producción y el consumo culturales.
Esta es una iniciativa pionera. Tanto, que en la Unión Europea están muy asombrados y quieren replicar la idea. Si bien ellos tienen una tradición muy importante de mediciones con el Eurostat, la cultura es un rubro que no aparece.
n ¿Cómo está el PBI cultural argentino, comprado con el de otros países de la región?
En términos relativos, Argentina y Brasil son los países en los que la cultura tiene mayor peso económico, con valores del 3% del PBI, cuando en el resto de los países de América Latina está en el 1%. Hay países como Venezuela o Paraguay, que no llegan al 1%. Argentina es el país donde la producción cultural aporta más recursos a la economía, comparado con el resto.
n ¿Qué pasa con el comercio exterior de bienes y servicios culturales?
Las exportaciones de bienes culturales, que son fácilmente medibles porque se trata de tangibles, crecieron muchísimo en los primeros dos años post convertibilidad. Pero a partir de 2003 se estancaron mientras que las importaciones venían creciendo muy fuerte. Esto provoca un déficit importante, que el año pasado se estancó por la crisis mundial.
n ¿Cuáles son los bienes culturales que más exporta la Argentina?
Los libros son un rubro importante, aunque Argentina no es el mayor exportador de la región sino Colombia, donde se terceriza la impresión de títulos para todo el mercado hispano.
n ¿Y la exportación de servicios?
El panorama es totalmente diferente, porque luego de la crisis de 2001 se generó un boom del comercio exterior de servicios, tanto en importaciones como en exportaciones, debido en parte a cambios tecnológicos y a la posibilidad de comercializarlos a través de internet. También tenemos balance deficitario pero se está reduciendo mucho.Lo interesante es que las exportaciones están creciendo mucho más dinámicamente que las importaciones.
n¿Cuáles son los servicios culturales que más se exportan?
Lo que más se exportan son: formatos de televisión, servicios de productoras cinematográficas y publicitarias. Argentina se está posicionando muy bien afuera como proveedora de estos servicios. Es una exportación no tradicional que crece exponencialmente. De u$s 70 millones en 2002 a u$s 236 millones en 2008 y la tendencia sigue en ascenso.
n¿Con qué países tenemos mayor comercio cultural?
Argentina importa muchos bienes y servicios culturales principalmente de Estados Unidos y España. Y exporta a países de la región. Hay una asimetría que se repite en todos los países latinoamericanos.
n¿Cómo se explica esto?
Sin entrar a desempolvar las teorías del imperialismo y la dominación cultural, las cifras hablan de que no se está preservando la diversidad cultural. La cultura tiene que tener un tratamiento especial porque es diferente al resto de los bienes y servicios económicos. No es lo mismo exportar soja que libros. Esta es una discusión muy fuerte dentro de la Organización Mundial del Comercio. Permitir el libre comercio de la cultura no es lo mismo que permitirlo con los alimentos. Los Estados Unidos quieren que haya libre mercado y la Argentina, junto con 21 países, están por la protección de la diversidad cultural.
Si dejamos el libremercado, solo veremos cine de Hollywood, y el otro cine ¿tiene que desaparecer? No nos podemos guiar sólo por el consumo y por el mercado, porque la cultura tiene que ver con la identidad, con los valores y con la inclusión social. En ese sentido, hay que fortalecer las identidades culturales y procurar que el intercambio con los países de la región sea diverso.
Fuente: cronista
Natalia Calcagno es socióloga, especialista en Metodología de la Investigación, y a partir de 2007 coordina el Sistema de Información Cultural, creado dentro de la Secretaría de Cultura de la Nación para recopilar, sistematizar y analizar información antes dispersa sobre el valor económico de la cultura nacional, y el papel de las pequeñas empresas y emprendedores culturales. Una tarea que, pese a lo ardua que parece, viene dando resultados alentadores y sorprendentes.
La cultura representa el 3,2% del PBI argentino, es decir que contribuye con unos $ 12.500 millones. Como sector económico realiza un importante aporte en la generación de valor y empleo; mientras la economía creció a un promedio del 8% anual los últimos seis años, la cultura lo hizo a tasas del 17% anual.
n ¿Con qué se encontró cuando asumió la tarea de recopilar información sobre la cultura, había datos?
Cuando entré a trabajar acá me dijeron: de la cultura no hay datos. Nadie sabía cuánto factura la industria del libro, qué pasa con la música y la piratería... cuántas empresas hay. Todavía está este tema de que el arte y la cultura no tienen nada que ver con la economía y los negocios, y entonces para qué medir su impacto económico desde la Secretaría de Cultura. Pero sí había datos! La información estaba, sólo que muy dispersa.
n¿Y dónde estaban esos datos?
En la Cámara del libro, por ejemplo, ya que cuando se publica un título, hay que registrarlo obligatoriamente para obtener el ISBN. Esta es una fuente de datos fenomenal sobre la cantidad de libros que se editan en un año, las temáticas, los autores, las editoriales. Otro tanto ocurre con la Cámara de la Música que tiene datos de ventas y facturación del sector, hay datos de la industria del cine en el Incaa: Cantidad de películas, origen, cantidad de entradas vendidas, las más vistas.
Tenemos fuentes variadísimas. Hasta la AFIP nos pasa información. La Conabip (Comisión de Bibliotecas Populares), el Cenoc (Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad). En la secretaría también había información sobre museos, monumentos históricos. Lo que hicimos fue recuperar esos datos, darle una sistematización y publicarlos a través de cuadros estadísticos y cartografía. Así creamos el Mapa Cultural de la Argentina. Por otro lado, en 2007 empezamos a trabajar con la división cuentas nacionales del Indec para lo que es la medición económica de la cultura. Creamos la cuenta satélite de Cultura, separada de la de Educación. De ahí extraemos el PBI cultural. Así podemos saber cuánto es el valor agregado que genera la cultura, cuántos puestos de trabajo, exportaciones e importaciones.
n ¿Y cuál es la contribución de la cultura al total del PBI argentino?
El último dato que tenemos a 2008 es de 3,24% del PBI. Eso es $ 12.500 millones constantes. Esta cifra viene en ascenso desde 2004, cuando era del 2,35% del PBI. Es mucho más que los servicios (luz, gas, agua, energía), más que actividades extractivas como la minería y la pesca. Y es la mitad del PBI de la construcción.
n Esto contradice la percepción general de que el arte y la cultura no tienen nada que ver con el dinero
Es que cuando se habla de cultura, de música o de cine, se habla de empresas como Sony, Warner, la editorial Random House, y también de pymes y emprendedores. Como sector económico, la cultura genera muchísimo valor y empleo.
n¿Y qué pasó con la cultura a partir de 2008, con la crisis global y la del campo?
En 2008, cuando la recesión mundial empezó a sentirse, sectores como la construcción y los servicios bajaron su tasa de crecimiento (la construcción lo hizo al 3% y los servicios al 8%), la cultura mantuvo su tendencia y creció al 17%.
n¿Cómo se explica esto? Lo habitual es pensar que en momentos de crisis, la gente recorta sus consumos de esparcimiento y culturales
Lo que nosotros vemos es que la cultura es elástica al ingreso. Cuando se reduce el poder adquisitivo, entre los primeros consumos que se resignan están: salidas al cine, libros, el cable, diarios y revistas. Y cuando crece la capacidad adquisitiva, es lo primero que se reactiva. Y esto ocurrió en 2001, cuando hubo una caída violenta en la producción y el consumo cultural. Pero su crecimiento post crisis fue mucho más acelerado que el promedio de la economía. La economía creció a un promedio del 8% anual los últimos seis años, y la cultura a tasas del 17% anual.
Estamos viendo un fenómeno de inercia que es interesante. La explicación tal vez esté en que, en momentos de crisis, el consumo cultural cambia pero no desaparece. Por ejemplo, en lugar de ir al cine o al teatro, la gente opta por espectáculos gratuitos.
nY en lugar de comprar el diario, se lo lee por internet...
Sí, pero no se deja de leer el diario. Los consumos culturales están cambiando, y los negocios ligados a ellos también. Además, hay que tener en cuenta que, si bien está fuertemente ligado al ocio, el consumo cultural está siempre. No sólo leemos libros cuando tenemos tiempo libre, sino todo el tiempo, en la escuela, en la universidad, para el trabajo. Y todo eso se cuenta como un consumo cultural.
¿Federalismo cultural?
nEn la Argentina, casi todas las actividades económicas están fuertemente concentradas en Buenos Aires y la zona metropolitana, ¿ocurre lo mismo con la cultura?
En parte sí. Pero es más complejo de lo que parece. Por un lado están las industrias culturales, lo que es masivo y a gran escala, cuya producción está concentrada geográficamente en la capital y GBA: editoriales, productoras de tv, canales de aire, sellos discográficos. Sin embargo, a lo largo del país hay mucha diversidad de manifestaciones culturales y emprendimientos de tipo comunitario.
n¿Y qué pasa con el consumo?
Bueno, la oferta cultural está también muy concentrada en Buenos Aires. Esto no quiere decir que en el interior no hay librerías, disquerías o teatros. Sino que en la capital se accede a libros, películas y obras teatrales que en el interior no, o no con tanta facilidad.
n¿Las fiestas populares son generadoras importantes de negocios?
Sí, por supuesto. Los carnavales de Gualeguaychú, la Fiesta de la Vendimia y Cosquín generan muchísimos ingresos y una importante afluencia de turismo. Pero los festivales más locales, la fiesta del ternero, de la papa o del santo patrono generan en ese pueblo o localidad un movimiento muy importante del que se benefician todos: desde el que vende gaseosas, hasta el artesano, el restaurante y el hotel.
n ¿Hay un ranking de fiestas populares y de las temáticas más comunes?
Lo estamos armando, dividiendo en festivales musicales, religiosos, productivos. Encontramos una variación geográfica muy interesante. En el norte, sobre todo la Puna, y hasta Córdoba, predominan las fiestas patronales y religiosas. En la zona de Cuyo, la Pampa y la provincia de Buenos Aires, las fiestas son más productivas: de la papa, de la flor, del ternero, del chancho, del trigo, de lo que tiene que ver con lo que se produce en ese lugar, con todo su pintoresquismo y sus reinas de belleza... Y en la Patagonia hay menos cantidad de fiestas y son más cívicas: el aniversario del pueblo, de la juventud, del inmigrante.
n¿Cuál es el santo patronal con más marketing, el Gauchito Gil?
No. Santa Rosa de Lima, por lejos... Casi no hay pueblo ni ciudad que no celebre a Santa Rosa.
n¿El sistema de información cultural permite comparar el PBI cultural de Argentina con los de otros países?
Sí, para eso estamos implementando el Sicsur, un sistema que reúne información cultural de diez países de América del Sur. La idea es medir, con la misma metodología, no sólo el PBI cultural de cada país, sino la producción y el consumo culturales.
Esta es una iniciativa pionera. Tanto, que en la Unión Europea están muy asombrados y quieren replicar la idea. Si bien ellos tienen una tradición muy importante de mediciones con el Eurostat, la cultura es un rubro que no aparece.
n ¿Cómo está el PBI cultural argentino, comprado con el de otros países de la región?
En términos relativos, Argentina y Brasil son los países en los que la cultura tiene mayor peso económico, con valores del 3% del PBI, cuando en el resto de los países de América Latina está en el 1%. Hay países como Venezuela o Paraguay, que no llegan al 1%. Argentina es el país donde la producción cultural aporta más recursos a la economía, comparado con el resto.
n ¿Qué pasa con el comercio exterior de bienes y servicios culturales?
Las exportaciones de bienes culturales, que son fácilmente medibles porque se trata de tangibles, crecieron muchísimo en los primeros dos años post convertibilidad. Pero a partir de 2003 se estancaron mientras que las importaciones venían creciendo muy fuerte. Esto provoca un déficit importante, que el año pasado se estancó por la crisis mundial.
n ¿Cuáles son los bienes culturales que más exporta la Argentina?
Los libros son un rubro importante, aunque Argentina no es el mayor exportador de la región sino Colombia, donde se terceriza la impresión de títulos para todo el mercado hispano.
n ¿Y la exportación de servicios?
El panorama es totalmente diferente, porque luego de la crisis de 2001 se generó un boom del comercio exterior de servicios, tanto en importaciones como en exportaciones, debido en parte a cambios tecnológicos y a la posibilidad de comercializarlos a través de internet. También tenemos balance deficitario pero se está reduciendo mucho.Lo interesante es que las exportaciones están creciendo mucho más dinámicamente que las importaciones.
n¿Cuáles son los servicios culturales que más se exportan?
Lo que más se exportan son: formatos de televisión, servicios de productoras cinematográficas y publicitarias. Argentina se está posicionando muy bien afuera como proveedora de estos servicios. Es una exportación no tradicional que crece exponencialmente. De u$s 70 millones en 2002 a u$s 236 millones en 2008 y la tendencia sigue en ascenso.
n¿Con qué países tenemos mayor comercio cultural?
Argentina importa muchos bienes y servicios culturales principalmente de Estados Unidos y España. Y exporta a países de la región. Hay una asimetría que se repite en todos los países latinoamericanos.
n¿Cómo se explica esto?
Sin entrar a desempolvar las teorías del imperialismo y la dominación cultural, las cifras hablan de que no se está preservando la diversidad cultural. La cultura tiene que tener un tratamiento especial porque es diferente al resto de los bienes y servicios económicos. No es lo mismo exportar soja que libros. Esta es una discusión muy fuerte dentro de la Organización Mundial del Comercio. Permitir el libre comercio de la cultura no es lo mismo que permitirlo con los alimentos. Los Estados Unidos quieren que haya libre mercado y la Argentina, junto con 21 países, están por la protección de la diversidad cultural.
Si dejamos el libremercado, solo veremos cine de Hollywood, y el otro cine ¿tiene que desaparecer? No nos podemos guiar sólo por el consumo y por el mercado, porque la cultura tiene que ver con la identidad, con los valores y con la inclusión social. En ese sentido, hay que fortalecer las identidades culturales y procurar que el intercambio con los países de la región sea diverso.
Fuente: cronista
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