El agitador cultural y social, generador de éxitos como Tribalistas y que cambió la vida de la favela Candeal, llega hoy al Gran Rex
Por Gabriel Plaza De la Redacción de LA NACION
A Carlinhos Brown le gusta pensar que Dios le dio el don del ritmo para hacer servicio entre los seres humanos. Cada segundo que está vivo y late en consonancia con el pulso del planeta, Carlinhos siente que cumple con esa misión. "Me considero un servidor. La música sólo es una herramienta y es mi profesión, pero no puedo considerarme un artista que se estaciona en ese lugar. Yo hago música, mas busco hacer otras cosas en el arte y en la vida. En un sentido servir es lo mejor. Todos tenemos que hacerlo." Con un turbante azul que oculta sus dreadlocks , una piedra topacio colgando como un pendiente de su cuello y cierta emanación espiritual, Carlinhos resulta una mezcla entre un Sai Baba bahiano y un pacífico predicador a lo Gandhi. "La humanidad tiene confianza en la música y va a transformar este milenio, como un camino real de encuentro con Dios, pero no el de las cúpulas religiosas, sino el del propio corazón, el que habita en cada uno."
Muy lejos de esa imagen de músico "festero" que hizo bailar a más de un millón de personas en Madrid con su carnaval bahiano y hits como "Mariacaipirinha", Carlinhos Brown filosofa. El hombre del tambor que inició su carrera con Caetano Veloso, grabó cinco discos solistas, es uno de los compositores más cantados de su país apenas por debajo de Chico Buarque y refundó la favela del Candeal, siente que todo está bien cuando toca la percusión.
"Un percusionista no puede pegar un tambor y solamente hacerlo sonar. Tiene que conocer su historia, porque la percusión tiene un inicio muy claro: la naturaleza. La naturaleza tiene un ritmo que da ritmo al vientre, al viento, al agua, a la vida. El ritmo no es algo únicamente bailable, un ritmo es la comunión de que el planeta todo pueda mantenerse en movimiento. A veces erramos demasiado en busca de que ese movimiento nos haga ricos y ahí atropellamos la belleza y discordamos con la naturaleza y perdemos el ritmo. Todo va hacia algo. El ritmo es la conexión con un bien espiritual."
El niño criado en la urbe favelizada de Candeal ("bajo la línea de la arena", bromea) encontró en los tambores el origen de su identidad y el camino de revalorización de la música afroindígena que conforma parte de su estética. "Nosotros como músicos y percusionistas no podemos olvidar que hay una memoria que es necesario preservar en América latina. Hay muchos elementos que en Africa no están más y que ellos sabiamente mandaron para acá para fusionarse con los indios de nuestro continente, creando una nueva performance rítmica espiritual mundial que es afroamerindia. Cuando explotó todo en Europa por la búsqueda de progreso hubo un cambio fuerte espiritual que se trasladó a este pueblo latino. Los brasileños somos latinos, una fusión de culturas que existió desde siempre. Nuestra ley más vigorosa es juntarnos y hacer las cosas colectivamente. Eso nos llevara a una fuerza de amor y paz colectiva", profetiza Carlinhos, como un Mc callejero.
En un país musical diverso, Carlinhos Brown supo reciclar los restos del tropicalismo, decodificar el gen africano de la región más negra de Brasil, reivindicar el pulso eléctrico y festivo de los blocos de carnaval y conectarse al futurismo de la tecnología para elaborar orgánicamente una estética, que siempre suena a remezcla de tradición, canciones populares y vanguardia. "Cuando compongo no tengo miedo al ridículo, me gusta vivir y contar las cosas que me están pasando. Son sentimientos puros que no tienen censura. Primero son sólo sonidos, pero nunca corro a un instrumento cuando estoy haciendo música porque te determinan. Es mejor que la música venga sin ningún acorde predeterminado. Estamos engañados en que el mundo habla inglés, castellano o portugués, el mundo habla en sonidos, ésa es la verdadera lengua."
Carlinhos fue uno de los que pusieron música y palabras al fenómeno que generó Tribalistas, el disco que grabó con Arnando Antunes y Marisa Monte y vendió más de 700.000 placas. "Todo lo que se generó nos asustó, porque nosotros estábamos haciendo un disco en mi casa para los amigos. Marisa estaba embarazada, mi esposa también, y era un disco que pensamos para distribuir a nuestros amigos en una edición pequeña y casera. Lo hicimos en 15 días y fue un disco que emociona a todo el que lo escucha. Pero no queríamos hacer otro porque no era la intención. Cada uno necesita de los errores, porque es bueno para apuntar a algo grande. Tenemos muchos discos en las cabezas. La gran obra todavía está por hacerse."
Por ahora todo es búsqueda. El bahiano tiene listo otro disco, con su primer grupo de rock, que suena tan moderno como brasileño. Carlinhos habla de la expectativa de su show en Buenos Aires (adonde también viene a buscar la historia de su bisabuelo abogado que ayudó en la escritura de la Constitución argentina), que será un repaso de su historia musical desde Alfagamabetizado a A gente ainda nao sonhou. Temprano dictará un workshop para público y músicos en el teatro. "Yo preciso conversar con las personas dentro de mi autenticidad, porque me gustaría dejarles algo más que una canción –cuenta el percusionista–. Soy un caballo a disposición de los sentimientos de la gente. Pero también me gusta crear una escena fuerte del vivo y brindar entretenimiento."
Carlinhos milagroso
* Origen. Antonio Carlos Santos de Feitas nació en 1962 en Bahía, en el barrio Candeal. Allí conoció a su formador, Mestre Pintado, que le da conocimientos de percusión y religión candomblé.
* Compositor. Es uno de los artistas brasileños que más recauda por sus canciones. Su primer tema lo cantó Caetano Veloso, Meia lua inteira, que lo hizo conocido en todo el país. Le grabaron Gilberto Gil, Maria Bethânia, Gal Costa y Marisa Monte, entre otros.
* Estética. Admira el barroco, los blocos de carnaval, la cultura indígena y la fusión musical con la cultura latina.
* Social. Su labor cultural en el Candeal permitió formar a 15.000 percusionistas. Creó escuelas, centros de acción social para 5400 familias y hasta un estudio de grabación.
Por Gabriel Plaza De la Redacción de LA NACION
A Carlinhos Brown le gusta pensar que Dios le dio el don del ritmo para hacer servicio entre los seres humanos. Cada segundo que está vivo y late en consonancia con el pulso del planeta, Carlinhos siente que cumple con esa misión. "Me considero un servidor. La música sólo es una herramienta y es mi profesión, pero no puedo considerarme un artista que se estaciona en ese lugar. Yo hago música, mas busco hacer otras cosas en el arte y en la vida. En un sentido servir es lo mejor. Todos tenemos que hacerlo." Con un turbante azul que oculta sus dreadlocks , una piedra topacio colgando como un pendiente de su cuello y cierta emanación espiritual, Carlinhos resulta una mezcla entre un Sai Baba bahiano y un pacífico predicador a lo Gandhi. "La humanidad tiene confianza en la música y va a transformar este milenio, como un camino real de encuentro con Dios, pero no el de las cúpulas religiosas, sino el del propio corazón, el que habita en cada uno."
Muy lejos de esa imagen de músico "festero" que hizo bailar a más de un millón de personas en Madrid con su carnaval bahiano y hits como "Mariacaipirinha", Carlinhos Brown filosofa. El hombre del tambor que inició su carrera con Caetano Veloso, grabó cinco discos solistas, es uno de los compositores más cantados de su país apenas por debajo de Chico Buarque y refundó la favela del Candeal, siente que todo está bien cuando toca la percusión.
"Un percusionista no puede pegar un tambor y solamente hacerlo sonar. Tiene que conocer su historia, porque la percusión tiene un inicio muy claro: la naturaleza. La naturaleza tiene un ritmo que da ritmo al vientre, al viento, al agua, a la vida. El ritmo no es algo únicamente bailable, un ritmo es la comunión de que el planeta todo pueda mantenerse en movimiento. A veces erramos demasiado en busca de que ese movimiento nos haga ricos y ahí atropellamos la belleza y discordamos con la naturaleza y perdemos el ritmo. Todo va hacia algo. El ritmo es la conexión con un bien espiritual."
El niño criado en la urbe favelizada de Candeal ("bajo la línea de la arena", bromea) encontró en los tambores el origen de su identidad y el camino de revalorización de la música afroindígena que conforma parte de su estética. "Nosotros como músicos y percusionistas no podemos olvidar que hay una memoria que es necesario preservar en América latina. Hay muchos elementos que en Africa no están más y que ellos sabiamente mandaron para acá para fusionarse con los indios de nuestro continente, creando una nueva performance rítmica espiritual mundial que es afroamerindia. Cuando explotó todo en Europa por la búsqueda de progreso hubo un cambio fuerte espiritual que se trasladó a este pueblo latino. Los brasileños somos latinos, una fusión de culturas que existió desde siempre. Nuestra ley más vigorosa es juntarnos y hacer las cosas colectivamente. Eso nos llevara a una fuerza de amor y paz colectiva", profetiza Carlinhos, como un Mc callejero.
En un país musical diverso, Carlinhos Brown supo reciclar los restos del tropicalismo, decodificar el gen africano de la región más negra de Brasil, reivindicar el pulso eléctrico y festivo de los blocos de carnaval y conectarse al futurismo de la tecnología para elaborar orgánicamente una estética, que siempre suena a remezcla de tradición, canciones populares y vanguardia. "Cuando compongo no tengo miedo al ridículo, me gusta vivir y contar las cosas que me están pasando. Son sentimientos puros que no tienen censura. Primero son sólo sonidos, pero nunca corro a un instrumento cuando estoy haciendo música porque te determinan. Es mejor que la música venga sin ningún acorde predeterminado. Estamos engañados en que el mundo habla inglés, castellano o portugués, el mundo habla en sonidos, ésa es la verdadera lengua."
Carlinhos fue uno de los que pusieron música y palabras al fenómeno que generó Tribalistas, el disco que grabó con Arnando Antunes y Marisa Monte y vendió más de 700.000 placas. "Todo lo que se generó nos asustó, porque nosotros estábamos haciendo un disco en mi casa para los amigos. Marisa estaba embarazada, mi esposa también, y era un disco que pensamos para distribuir a nuestros amigos en una edición pequeña y casera. Lo hicimos en 15 días y fue un disco que emociona a todo el que lo escucha. Pero no queríamos hacer otro porque no era la intención. Cada uno necesita de los errores, porque es bueno para apuntar a algo grande. Tenemos muchos discos en las cabezas. La gran obra todavía está por hacerse."
Por ahora todo es búsqueda. El bahiano tiene listo otro disco, con su primer grupo de rock, que suena tan moderno como brasileño. Carlinhos habla de la expectativa de su show en Buenos Aires (adonde también viene a buscar la historia de su bisabuelo abogado que ayudó en la escritura de la Constitución argentina), que será un repaso de su historia musical desde Alfagamabetizado a A gente ainda nao sonhou. Temprano dictará un workshop para público y músicos en el teatro. "Yo preciso conversar con las personas dentro de mi autenticidad, porque me gustaría dejarles algo más que una canción –cuenta el percusionista–. Soy un caballo a disposición de los sentimientos de la gente. Pero también me gusta crear una escena fuerte del vivo y brindar entretenimiento."
Carlinhos milagroso
* Origen. Antonio Carlos Santos de Feitas nació en 1962 en Bahía, en el barrio Candeal. Allí conoció a su formador, Mestre Pintado, que le da conocimientos de percusión y religión candomblé.
* Compositor. Es uno de los artistas brasileños que más recauda por sus canciones. Su primer tema lo cantó Caetano Veloso, Meia lua inteira, que lo hizo conocido en todo el país. Le grabaron Gilberto Gil, Maria Bethânia, Gal Costa y Marisa Monte, entre otros.
* Estética. Admira el barroco, los blocos de carnaval, la cultura indígena y la fusión musical con la cultura latina.
* Social. Su labor cultural en el Candeal permitió formar a 15.000 percusionistas. Creó escuelas, centros de acción social para 5400 familias y hasta un estudio de grabación.
Hace unas semanas tuve el agrado de ver el milagro de candeal, impresionado quedamos mi novia y yo del trabajo de este superhombre, va, ella se enamoró de carlinhos, como para no. Festejo la difusion de este gran artista, pues es admirable que no use su fama y su talento para inflar su ego, como a la mayoria de los artistas de este nivel hacen, sino que la utiliza como herramienta de inclusion social.
ResponderEliminarSaludos para el observador cultural!