martes, 27 de julio de 2010

Los avatares del Puerto de la Música


Esta edición de El Observador Cultural estará dedicada íntegramente al análisis de los procesos que caracterizaron el desarrollo de la infraestructura cultural y sus avatares.

Curiosamente, Centros Culturales que ostentan la mayor jerarquía en el mundo y nuestro país, todos en funcionamiento y receptores de los mayores elogios, han debido soportar durante su construcción interminables listas de objeciones, críticas, olvidos y hasta largas y poco explicables interrupciones.

Nos acompañarán en este esfuerzo grandes gestores culturales de la historia que vendrán a traernos tranquilidad y soporte para nuestras ansiedades: Sí, con el tiempo, los avatares se convierten sólo en anécdota.

En primer lugar aparece Mariano Moreno. La Biblioteca Pública de Buenos Aires —antecesora directa de la Biblioteca Nacional — fue creada por decreto de la Primera Junta, el 13 de septiembre de 1810. Moreno pensaba que “entre sus tareas estaba la de constituir modos públicos de acceso a la ilustración, visto esto como requisito ineludible para el cambio social profundo”. “Precisamente, el actual edificio de la Biblioteca, fue objeto de una prolongada empresa arquitectónica que abarcó desde la concepción de la necesidad de un nuevo edificio en 1960, cuando la ley 12.351 destina tres hectáreas para su construcción, hasta su inauguración, recién en 1993 ”. (Web oficial)

Más cercano es el caso del Ingeniero - Arquitecto Angel Guido, responsable nada más y nada menos que de la construcción del Monumento Nacional a la Bandera. Esta obra, luego de más de cuarenta años de intentos frustrados, vio la luz cuando Guido y Bustillo ganan el concurso respectivo en 1943 (Bustillo luego no continuó). Su construcción es obra de los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón, tiempos durante los cuales Guido debió sortear no pocos inconvenientes. La lamentable irrupción de la Revolución Libertadora interrumpiendo el orden institucional en Argentina le impidió a Perón inaugurar el monumento. La obra fue inaugurada finalmente el 20 de Junio de 1957.

Corría el año 1959, y por decisión del estado de Nueva Gales del Sur en Australia, el joven arquitecto danés Bjorn Utzon comenzaba la construcción de la Casa de la Opera de Sydney. Actualmente Patrimonio de la Humanidad, esta construcción expresionista de diseño radical e innovador, constituyó uno de los edificios más famosos y distintivos del siglo XX.

Las líneas bocetadas por Utzon no sólo implicaron enormes dificultades para la ingeniería de la época, sino que demandaron mayores tiempos y presupuestos. Aun con esas dificultades, propias de todo gran emprendimiento, el proyecto avanzó sin pausa gracias al apoyo del primer ministro Joseph Cahill. Pero desafortunadamente, cuando las dos primeras etapas de la obra estaban concluídas (podio superior y bóvedas externas), y sólo restaban el diseño y la construcción de los interiores, cambió el gobierno estadual y la “nueva” política conservadora avanzó sobre Utzon, quien debió abandonar el proyecto y la historia hizo que nunca pudiera verlo consumado.

En ese punto, Utzon necesitaba 18 meses y llevaba gastado 22 millones de dólares. El nuevo staff demandó siete años más y el presupuesto fue de 102 millones.

Por último, nuestro invitado de honor: Oscar Niermeyer.

Este notable arquitecto brasileño acaba de inaugurar un auditorio que lleva su nombre en Portobello (Italia) luego de diez largos años de trabajos, no tanto por su costo, sino por las polémicas, denuncias y recursos judiciales que debió soportar. Próximamente, en Enero de 2011, Niermayer inaugurará el Centro Cultural Internacional Niermayer en el Principado de Asturias (España). Finalmente, Niermayer puso su firma al proyecto del Puerto de la Música que se construirá en Rosario, muy cerca del Monumento Nacional a la Bandera, a la vera del Río Paraná.

Ciertamente, ante la inexistencia de iniciativas e inversiones que apunten al mediano y largo plazo provenientes de las Políticas Culturales, donde todo el esfuerzo parece estar apuntado a lo efímero e inmediato, la iniciativa del Puerto de la Música debería observarse como un bálsamo de sensatez y racionalidad. Sin embargo para algunas voces, sólo para algunas, todo parece ser producto de un gran error.

Según datos del Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA), órgano dependiente del gobierno nacional, el PBI cultural creció al triple del promedio de la economía desde 2002 representando el 3,24% del PBI nacional, más que la minería y la pesca, y la mitad de la industria de la construcción. En esta lógica, el Puerto de la Música no será el fin de una zona portuaria, sino que implicará una sustantiva inversión pública para transformar esa zona en un Puerto “Nuevo” por el que circularán bienes y servicios culturales, abastecedores de uno de los sectores más dinámicos de la economía: la CULTURA.

En ese contexto, Rosario se subirá al escenario de las ciudades del mundo que creen en el progreso a partir del desarrollo de las potencialidades culturales de sus ciudadanos. No estaremos (los que creemos en ese proceso), exentos de sufrir los mismos avatares de los casos antes mencionados, pero nos acompañarán las musas de Marianos Moreno, Héctor Guido, Bjorn Utzon, Oscar Niermayer y muchos más, entre ellos, Ricardo Grau, visionario concejal de la ciudad impulsor de la construcción del Anfiteatro Municipal “Humberto de Nito” que también tuvo sus avatares, la Asociación Cultural EL CIRCULO que en 1943 salvó al Teatro La Opera (actual Teatro ELCIRCULO) de su demolición, o el notable y polémico arquitecto español Santiago Calatrava cuya creación: La ciudad de la Artes y las Ciencias de Valencia, fue largamente suspendida por obra de la mala política.

Si la historia se repite, los avatares serán el preanuncio de la realización cierta del Puerto de la Música

Biblioteca Nacional de la República Argentina

La Biblioteca Pública de Buenos Aires —antecesora directa de la Biblioteca Nacional— fue creada por decreto de la Primera Junta, el 13 de septiembre de 1810. Su primera sede estuvo en la Manzana de las Luces, en la intersección de las actuales calles Moreno y Perú.
La Junta pensó que entre sus tareas estaba la de constituir modos públicos de acceso a la ilustración, visto esto como requisito ineludible para el cambio social profundo. Mariano Moreno impulsó la creación de la Biblioteca como parte de un conjunto de medidas —la edición, la traducción, el periodismo— destinadas a forjar una opinión pública atenta a la vida política y cívica. Así, la Gazeta y la traducción y edición del Contrato Social se hermanan en el origen con la Biblioteca. Precisamente, el escrito estremecedor de la Gazeta titulado “Educación”, en donde se anuncia la creación de la Biblioteca en 1810, posee todas las características de un documento alegórico, bélico y literario a la vez, pieza muy relevante del pensamiento crítico argentino.

Pocos meses antes, el propio Moreno y Cornelio Saavedra firmaban la orden de expropiar los bienes y libros del obispo Orellana, juzgado como conspirador contra la Junta. Así se constituyó el primer fondo de esta Biblioteca, enlazada desde el comienzo con la lucha independentista y la refundación social. También integraron el primer acervo las donaciones del Cabildo Eclesiástico, el Real Colegio San Carlos, Luis José Chorroarín y Manuel Belgrano.

Sus primeros bibliotecarios y directores fueron el doctor Saturnino Segurola y Fray Cayetano Rodríguez, ambos hombres de la Iglesia. Luego, vendrían Chorroarín y Manuel Moreno, hermano y biógrafo del fundador. Los nombres que se suceden son hilos de una trama histórica y cultural: Marcos Sastre, Carlos Tejedor, José Mármol, Vicente Quesada, Manuel Trelles, José Antonio Wilde. La Biblioteca significaba un cruce, que ya estaba en la vida de estos hombres, entre los compromisos políticos y las labores intelectuales. En estos nombres encontramos la huella de autores de obras que forma parte del memorial del lector argentino, como El Tempe argentino, de Marcos Sastre, la novela Amalia, de Mármol, o la obra historiográfica de Quesada. Algo del Salón Literario de 1837 se alojaba en la Biblioteca Nacional de los años 80, sin contar que uno de sus directores, Tejedor, sería después uno de los directores de la guerra perdida por los batallones de la ciudad de Buenos Aires contra las fuerzas federalizadoras.

De una manera u otra, la Biblioteca Nacional se situaba entre las más altas experiencias literarias —del signo que fueran— y los ecos no callados de las guerras que recomponían las formas del poder nacional. Ya Groussac había percibido esta marca inaugural en la magnífica historia de la Biblioteca Nacional que escribe al iniciar su propia gestión, a la que ve como activadora de una confluencia de las viejas corrientes literarias y políticas, y la formación de un nuevo espíritu de rigor argumental e investigativo.

La adquisición por parte de la Biblioteca del carácter de Nacional, recién en los años 80 del siglo XIX, guarda inequívoca correspondencia con la evolución de las instituciones del país. En el momento de efectiva formación del Estado nacional, la Biblioteca se erigió como reservorio patrimonial y cultural. Paul Groussac protagonizó el nuevo período de modernización y estabilización, acorde con el clima general de la época. Por gestión personal de su director, la Biblioteca Nacional obtuvo un edificio exclusivo en México 564, donde los bolilleros atestiguan su destino original, el de Lotería Nacional. La gestión de Groussac duró más de cuarenta años, y entre otras cosas logró que la Biblioteca fuera un punto de referencia para el pensamiento argentino, en especial en temas históricos y de crítica literaria. Logró aliar la acumulación bibliográfica (se duplicaron los fondos patrimoniales y se creó la Sala del Tesoro), con la forja de un centro considerable de creación y pensamiento, que se expresó incluso en prestigiosas publicaciones.

Durante el siglo XX hubo dos largas gestiones recordadas por razones diversas. La primera, fue la de Gustavo Martínez Zuviría, autor de libros de venta masiva y difusor de posiciones antisemitas. Al frente de la Biblioteca durante un cuarto de siglo, desplegó una vasta labor de compras bibliográficas, publicación de documentos e intervención en los debates culturales. Este controvertido y prolífico autor, también deseó relativizar el peso de Mariano Moreno en la fundación de la Biblioteca, restándole así valor a su origen revolucionario. Durante el largo período de permanencia de Martínez Zuviría se compró la importante colección del hispanista francés Foulché-Delbosc, esencial para el estudio de la historia de España. La dura controversia que mantuvo el poeta y ensayista César Tiempo con Martínez Zuviría es uno de los momentos recordables que atesora la memoria de la institución y prueba de que siempre fue ella misma un documento de cultura atravesado por todas las tendencias culturales e ideológicas de las épocas más vehementes de la historia argentina.

La otra presencia capital en la Biblioteca Nacional —cuya espesura cultural y literaria era de características bien diversas a la anterior, pero no a la de los tiempos largos que quedaron impregnados por el sello personal de Groussac—, fue obviamente la de Jorge Luis Borges. El autor de “La Biblioteca de Babel” supo erigir a la Biblioteca como tema de pensamiento y literatura, y gestionar la institución junto con el subdirector José Edmundo Clemente, quien asimismo fue muy activo en la construcción del nuevo edificio, situado en la manzana que antes había alojado a la residencia presidencial en que habían convivido Juan Domingo Perón y su esposa Eva Duarte. El itinerario urbano, catastral y arquitectónico de la Biblioteca Nacional también revela su íntimo apego a las alternativas más dramáticas de la vida nacional.

Precisamente la Biblioteca fue objeto de una prolongada empresa arquitectónica que abarcó desde la concepción de la necesidad de un nuevo edificio en 1960, cuando la ley 12.351 destina tres hectáreas para su construcción, entre las avenidas del Libertador General San Martín y Las Heras, y las calles Agüero y Austria, hasta su inauguración, recién en 1993. A partir del correspondiente concurso de anteproyectos, la obra fue adjudicada a los arquitectos Clorindo Testa, Alicia D. Cazzanica y Francisco Bullrich. Aún están en vías de realización algunas partes del proyecto original. La piedra fundamental del edificio actual fue colocada en 1971 y la morosa construcción estuvo a cargo de distintas empresas: Compañía Argentina de Construcciones, José E. Teitelbaum S.A. y Servente Constructora S.A. En 1992, coincidiendo con otra fuerte modernización urbana, el edificio fue finalizado. Su estilo a veces llamado “brutalista” —sin duda una de las variantes del expresionismo del siglo XX—, es siempre motivo de interrogación y estudio por los estudiantes de arquitectura. Irrumpe en los estilos arquitectónicos del tejido de la ciudad que la aloja, con una fuerte voz irreverente, escultórica y pampeana, que no deja hasta hoy de formar parte del acervo de las discusiones culturales argentinas.

Un año más iba a demorar el complejo traslado del material bibliográfico y hemerográfico desde la antigua sede de la calle México. Un fondo que, como puede apreciarse en los catálogos, no se limita a la producción nacional —aunque éste es, sin dudas, su centro—, sino que incluye importantes ediciones extranjeras. Menos dotada cuantitativamente que otras bibliotecas nacionales hermanas de Latinoamérica y aún en proceso su ansiado momento de ponerse a la par de los horizontes de modernización característicos de la época contemporánea, la Biblioteca Nacional de la República Argentina sin embargo posee un patrimonio cuya calidad es de excelencia, indispensable para considerar la bibliografía y la hemerografía de la historia nacional en sus más variados aspectos, y particularmente rica en lo que hace a los antecedentes remotos o más mediatos de la formación social, económica y simbólica de la nación.

La Biblioteca Nacional, en cuya historia pueden verse así los trazos elocuentes de la historia nacional, ha sido entonces atravesada, a veces mellada, otras veces impulsada, por la vida política más amplia. No es posible pensarla, gestionarla, trabajar en ella, investigar sus salas de lectura o tomarla como pieza de la política cultural argentina, sin tener en cuenta el vasto eco que ofrece —como si fueran los “ecos de un nombre” borgeanos—, de los avatares de la propia memoria nacional. Venir a ella supone adentrarse en la propia historia de la lectura en la Argentina y en las complejas urdimbres sus pliegues simbólicos y materiales.

Monumento Nacional a la Bandera - Rosario

Las obras comenzaron en 1943 un año después de la firma del contrato con los artistas. El Arq. Alejandro Bustillo no participó en la dirección y ejecución de las obras. La construcción tuvo un buen ritmo en los primeros dos años, pero pronto aparecieron problemas con la provisión de materiales que hicieron extender los plazos de finalización. Luego los problemas económicos vuelven a aparecer y la obra continuaría lentamente y gracias al esfuerzo, perseverancia y dedicación de su director y proyectista el Arq. Ángel Guido. Las obras recién concluyeron 14 años después.

La siguiente serie de fotos muestra algunos pasos de la obra. Al comienzo, el plazo de dos años parecía que iba a cumplirse, luego problemas de costo fueron los que provocaron la detención en la marcha de los trabajos. Los sobreprecios provocados por la inflación de aquellos tiempos hicieron que las empresas contratadas para la obra solicitaran reajustes continuos. Se pueden mencionar a empresas como ERCA encargada del hormigón armado; Spirandelli de la parte eléctrica; Taiana, Pasquale & Cía de la albañilería; Capella fue la proveedora del mármol travertino de los Andes. A través de los documentos existentes en el Archivo del Monumento puede hacerse el seguimiento de los trabajos que finalmente concluyeron en 1957.

El arquitecto y la obra

El 20 de junio de 1957 se inauguraba el Monumento Nacional a la Bandera, en el sitio que se supone Manuel Belgrano instaló la batería Libertad en 1812. Quedaba así concluida una historia de 85 años de polémicas estéticas, políticas e ideológicas, no exentas de avatares financieros; y se iniciaba otra, la de la obra terminada que devendría en el símbolo indiscutido de Rosario y de la vida institucional de nuestro país.

El arquitecto Angel Guido junto a su colega Alejandro Bustillo y los escultores Alfredo Bigatti y José Fioravanti fueron los responsables del proyecto definitivo. Sin embargo, Bustillo se retiró del equipo antes de iniciarse las obras, quedando la ejecución enteramente bajo la responsabilidad de Guido.

Angel Guido tuvo una presencia relevante en la escena de la arquitectura argentina entre 1920 y 1960, no sólo por sus proyectos urbanos y sus construcciones, sino también por sus comprometidos y controvertidos ensayos acerca del rol del arte y la arquitectura en la sociedad, la reivindicación del arte de la América indígena y su participación en la vida universitaria. Una presencia, además, de alcance internacional.

Esta exposición, mediante la reunión de diversos documentos, propone un recorrido por las historias que rodearon la construcción del Monumento a la Bandera en relación con la figura de Angel Guido, evidenciando los debates estéticos y las disputas políticas en torno a un símbolo nacional.

Demolición Teatro La Opera

En los años que precedieron a 1943 las autoridades de El Círculo alentaron la idea de tener un local propio en el que la Institución pudiera desarrollar su actividad cultural en constante expansión. Justamente ese año se anunció la demolición del Teatro de "La Opera", noticia que causó conmoción en la ciudad. En la esquina de Laprida y Mendoza apareció un día un cartel que confirmaba la versión. Los dirigentes de El Círculo se movieron diligentemente y el 29 de abril de 1943 su comisión directiva acordó con la Sociedad Inmobiliaria Schaffhausen la compra del teatro, propiedad de Emilio O. Schiffner. Desde entonces no solo se contó con un edificio de valioso patrimonio histórico y arquitectónico, sino con un recinto específico para el mejor desenvolvimiento de las distintas actividades culturales tales como conciertos, óperas, ballet, conferencias, exposiciones de pintura y escultura, entre otras disciplinas artísticas. Se logra así una unidad institucional que en adelante se llamaría definitivamente "Teatro El Círculo", que habría de figurar entre los más importantes coliseos de nuestro país.

Solicitan la suspensión de la licitación del Puerto de la Música


La diputada provincial justicialista Alejandra Vucasovich indicó esta mañana que se pedirá la suspensión de la licitación del Puerto de la Música, que se lanzó el domingo último, hasta tanto no se defina la autorización del uso de los terrenos y la reubicación de las instalaciones del futuro puerto multifunción.

En declaraciones a LT8 esta mañana, Vucasovich explicó que "lo que pretendemos es que se pare la licitación hasta tanto se resuelva la autorización del uso del terreno. Veníamos observando estos inconvenientes pero todo el mundo pensó que era una cuestión de enfrentamiento político e ideológico con el oficialismo, pero no es así".

"Nadie está en desacuerdo con la obra, pero estamos en desacuerdo con el lugar elegido", abundó la legisladora.

"En cuanto a la utilización del terrenos lo que siempre dijimos es que estábamos desarmando lo único que teniamos de puerto activo en Rosario. Es el único puerto multifunción que tenemos en la zona. No es lo mismo el puerto cerealero, como el de Puerto San Martín", agregó.

Cuando se le preguntó si no la conformaba la respuesta del gobernador Binner, quien ayer dijo que "no se iba a suicidar" y que lo que se ocupara de terreno iba a ser reemplazados con otros terrenos, Vucasovich fue contundente: "No, porque al concesionario le extienden 7 años la concesión y le están ofreciendo a cambio terrenos ubicados más al sur, que son inundables, donde la Nación tiene que invertir mucho más plata para recuperarlos. Y hay un detalle que nadie tuvo en cuenta y es que por ahí pasa el Emisario Sur. Entonces, ¿se podrá poner un puerto allí? ¿No habrá que esperar que esos terrenos se recuperen y ver dónde se hace el puerto pero sin que deje de tener la actividad que tiene? No hay urgencia con esta obra. Es importante, pero no urgente"

"No está mala la idea de que se haga a la vera del río, pero justo en el puerto", se quejó la representante del justicialismo.

Más adelante se le recordó que el titular de Vías Navegables, Ricardo Luján, había dicho que hay un dinero de la Nación para rellenar la zona del puerto pero que la provincia no ha presentaado ningún proyecto, Vucasovich señaló que "es cierto, son los terrenos a los que hice referencia. Incluso hay un asentamiento. Pero cuando se trabajó con las fotografías aéreas del Enapro se encontraron con que ahí está la desembocadura del Emisario Sur, que es donde van a parar los desechos cloacales de la zona de Grandoli y Gutiérrez, del barrio Las Delicias. Entonces hay que ver si esos terrenos son recuperables esos terrenos para un sector de puerto activo, que es lo que necesitamos".

Italia inaugura auditorio de Oscar Niemeyer tras 10 años de controversias

Después de 10 años de controversias, Italia inaugura este viernes en la medieval y turística Ravello un moderno auditorio diseñado por el renombrado y centenario arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, a quien se dedica un homenaje de tres días con conciertos, conferencias, danzas y filmes.

El Auditorio de Ravello, al que denominan ya el Auditorio de Niemeyer, con capacidad para 400 personas, ideado hace una década por el anciano maestro, de 102 años, se asoma sobre el mar Mediterráneo como una hoja ondulada que se pierde entre limones, buganvillas y lavandas.

De acuerdo con AFP, la construcción de la nueva estructura, formada por una sola gran concha acústica blanca de hormigón armado, se demoró un decenio no tanto por su costo, 18 millones de euros (25 millones dólares), sino por las polémicas, denuncias y recursos judiciales (ocho en total) tras ser acusada de violar uno de los paisajes más bellos de la península, la Costa Amalfitana, sobre el Golfo de Salerno y patrimonio de la Humanidad.

La batalla de la organización ecologista Italia Nostra contra la estructura comenzó inmediatamente después de que los administradores de la Fundación Cultural Ravello, muy activos en la pequeña localidad de unos 2.500 habitantes, solicitaran el proyecto a Niemeyer en el año 2000.

Los planos fueron entregados por el arquitecto en mayo del 2004 en su legendaria oficina de Río de Janeiro, en la Avenida Atlántica, al presidente de la región Campaña, Antonio Bassolino, ante un testigo excepcional, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva.

"Ha sido un magnífico desafío que hemos ganado", admitió Bassolino, ex líder comunista histórico napolitano y gran admirador de Niemeyer, otro 'obstinado' militante comunista desde su juventud y sobre todo el hombre que revolucionó la arquitectura moderna con sus diseños curvos y sensuales.

"Hemos demostrado que la bella arquitectura moderna puede convivir en un lugar con tanta historia y tradición como Ravello", agregó Bassolino.

"Es una obra muy bella, sugestiva, que se amalgama perfectamente con el ambiente", aseguró a la prensa el fotógrafo italiano Oliviero Toscani, quien retrata junto con cuatro asistentes todas las fases de su apertura.

"Está aquí, es para todos, una obra que tiene un punto de equilibrio con la naturaleza", comentó por su parte a la AFP el alcalde de Ravello, Paolo Imperato, quien elogió la encantadora vista al mar que se goza desde uno de sus ventanales.

La ausencia en Ravello del anciano arquitecto, que celebró en diciembre pasado nada menos que 102 años y que nunca ha estado en la pequeña localidad costera, fue suplida con un homenaje especial que incluye una exposición sobre su vida, conciertos de música clásica y moderna, danza, filmes, documentales y una conferencia sobre su vida y obra.

"Han sido muy tozudos y positivos aquellos que lucharon para que se construyera", admitió el arquitecto italiano Massimiliano Fuksas, entre los conferencistas invitados.

El diseñador de uno de los hitos de la arquitectura moderna, Brasilia, que cumple este año 50 años de inaugurada, se inspiró para el auditorio italiano en el importante proyecto en el que actualmente trabaja, el "complejo Niemeyer de Niteroi", ciudad del Estado de Rio de Janeiro, con un museo también sobre el borde del mar.

Nacido el 15 de diciembre de 1907 en Rio, Niemeyer tiene más de 600 proyectos arquitectónicos en el mundo en más de 70 años de carrera, entre ellos la sede de la casa editorial Mondadori, a las afueras de Milán, realizada en 1975.

Auditorio de Tenerife


Ritmo, proporción y armonía son elementos que comparten casi por igual la arquitectura y la música. Todos ellos confluyen en el Auditorio de Tenerife, del arquitecto Santiago Calatrava, que se inaugura hoy, con un concierto de la Orquesta Sinfónica de Tenerife y el Orfeón Donostiarra. Cerca de 20 años y 72,3 millones de euros han sido necesarios para que este edificio de hormigón, y con una vela de 60 metros, se encuentre hoy enclavado frente al Atlántico. El edificio, según su autor, es "un paseo arquitectónico por una escultura en la que se puede escuchar música".

Es la mar el único elemento que eclipsa la grandiosidad del edificio en el que resuenan con gran belleza los sonidos de los trombones, el piano o el violín, durante el ensayo. Santiago Calatrava (Benimamet, Valencia, 1951) reconoce que el Auditorio de Tenerife ha sido uno de los proyectos que más tiempo ha tardado en construir, pero hoy está satisfecho del resultado porque ello, según dice, le ha permitido realizar un edificio en el que puede escuchar un concierto y una ópera y que se encuentra enclavado en un lugar privilegiado. "El tiempo ha ayudado a entender el proyecto que se deseaba hacer y ahora se ha convertido en la puerta de entrada a la ciudad. El auditorio aparece en el momento en el que es posible la recuperación del puerto marítimo de la ciudad".
El Auditorio de Tenerife, obra del arquitecto Santiago Calatrava, se encuadra dentro de los postulados de la arquitectura tardomoderna de fines del siglo XX.

1970: la sociedad tenerifeña demanda la construcción de un Auditorio para las islas.
1993: exposición pública del Proyecto Básico de Auditorio de Tenerife.
1996: se aprueba la propuesta de cambio de emplazamiento hacia el castillo de San Juan.
2003: el 23 de septiembre se inaugura el auditorio.

La gran vela de hormigón del Auditorio de Tenerife emerge frente al Atlántico

Calatrava asegura que hay muy pocas variantes sobre el diseño original. "El interior del edificio se ha ido adaptando a las necesidades, no así el exterior. La forma aparece claramente debido a dos razones: un edificio alrededor de la orquesta, con un paisaje fuera de él que es el Atlántico". El arquitecto se apasiona cuando habla de música y de los edificios que construye para que ésta se pueda escuchar en toda su belleza. "Es un arte con el que he convivido desde niño. A medida que ha ido pasando el tiempo ha sido uno de los ejes fundamentales de mi existencia y me ha permitido entender la música escuchándola. La figura de Bach me ha acompañado durante los últimos 20 años. La música me ha permitido descubrir un universo mágico y extraordinario". El arquitecto, ingeniero y escultor valenciano habla de cómo la arquitectura se ha ido amoldando a las necesidades culturales del hombre y que cierto margen de libertad permite a la arquitectura moderna sortear las estructuras de los edificios clásicos de los auditorios y hacer otros diferentes. "Se ha podido hacer una cierta revolución y desarrollar edificios de gran altura. El de Tenerife tiene casi 40 metros, lo que lo sitúa como una de las salas acústicas mayores del mundo".

Calatrava asegura que el conjunto que forma el Auditorio de Tenerife es "homogéneo desde la distancia, pero con la cercanía, esa homogeneidad se rompe en múltiples planos, de modo que, según esté ubicado el espectador puede apreciar perspectivas muy diferentes". El ala que emerge sobre el edificio es una estructura curva que arranca desde la parte posterior y se va afilando hasta acabar en punta arropando la totalidad de éste en sentido longitudinal. El efecto que produce, señala Calatrava, es de "irrealidad, de desafío a las leyes de la física, debido a su atrevida forma y a sus dimensiones colosales".

El esqueleto del ala está formado por una estructura metálica de chapas de acero con un entramado interno de vigas del mismo material. El recubrimiento del edificio es de hormigón blanco en la parte inferior del ala y en la superior y paredes se ha utilizado material cerámico blanco (trencadis). El conjunto tiene la forma de un ojo, en el que el edificio en sí forma la pupila y los espacios que lo rodean son el globo ocular.

El Auditorio de Tenerife dispone de una sala principal para más de 1.700 localidades y una sala para música de cámara, con capacidad para 440 personas. La mayor de las salas tiene una anchura de 15,60 metros y una profundidad de 14 metros. El conjunto se ubica en una parcela de 24.600 metros cuadrados en el frontal marítimo de Santa Cruz de Tenerife y ocupa una superficie de 6.740 metros cuadrados, dedicándose el resto a jardines, plazas y zonas de acceso.

La obra, entre otras características, ha cuidado mucho, apunta Calatrava, el aspecto exterior, así como el sonido interior. La sala está preparada para que, comenta Calatrava, "la reverberación de la música sinfónica tarde dos segundos en ser percibida, mientras que los sonidos de la ópera logran ser escuchados en 1,6 segundos". Además de esta novedad acústica, se ha construido un escenario móvil adaptado a las características de cada género y su representación.

Los sonidos de la Fanfarria Real, de Krzysztof Penderecki, interpretados por la Orquesta Sinfónica de Tenerife, dirigido por Víctor Pablo Pérez, serán los primeros que se escuchen en el nuevo auditorio canario. El programa incluye además el Concierto número 5 en mi bemol para piano y orquesta, de Beethoven, con el pianista Mikhail Pletnev, y el Te Deum, de Anton Bruckner, con el Orfeón Donostiarra y los solistas María Orán (soprano), Liliana Nikiteanu (mezzo), Kurt Streit (tenor) y Josep Miquel Ramón (bajo).

Descubre la ciudad de las artes y las ciencias


Ciencia, naturaleza y arte en uno de los mayores complejos de divulgación científica y cultural de Europa, ubicado en Valencia.

Link Relacionado
- www.lesarts.com
- www.cac.es/palau

Ciudad de las Artes y las Ciencias

Inicio de las obras

En mayo de 1991, el Consell aprobó la cesión de terrenos, cuatro meses después presentó el proyecto diseñado por Santiago Calatrava y, a finales de aquel año, dio luz verde a la constitución de una empresa pública que sirviera de puente para las concesionarias de las obras. Las obras se iniciaron a finales de 1994.

La intrahistoria de aquel proyecto es, sin embargo, diferente. El equipo que había diseñado el museo no vio con buenos ojos la forma en que Santiago Calatrava concebía el edificio y se produjeron muchas divergencias.

Paralización y redefinición del proyecto

Con las obras adjudicadas y los fundamentos de la torre construidos, el PP accedió a la Generalidad y al poco tiempo detuvo el proyecto. José Luis Olivas, consejero de Economía y Hacienda, ordenó la paralización de las obras y anunció que el gobierno autonómico rediseñaría la Ciudad de las Ciencias "con una filosofía distinta". Tras cuatro meses de agria polémica el gobierno autonómico decidió retomar el proyecto de Santiago Calatrava, aunque no de la torre de comunicaciones, donde situaría un gran surtidor de agua bautizado como "el chorrito" por algunos medios de comunicación. Finalmente tras la polémica fue cancelado.

La redefinición del complejo añadía el arte a la ciencia para conformar la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que mantenía dos de los edificios proyectados por el gobierno de Lerma (el museo de las ciencias y el planetario), sustituía el icono de la iniciativa socialista -la torre-, por un palacio de la ópera y añadía un nuevo elemento: un parque oceanográfico (l'Oceanogràfic)-. Calatrava rediseñó su trabajo inicial y, el 20 de junio de 1996, presentó su segundo proyecto, en el que él se haría cargo del diseño de tres de los edificios: L'Hemisfèric en forma de ojo humano, el Palacio de las Artes, y el Museo de las Ciencias. El hispano-mexicano Félix Candela, uno de los maestros del arquitecto valenciano, elaboraría el L'Oceanogràfic. Después de dos años paradas, las obras se reanudaron en 1997.

Inauguración

En abril de 1998 abrió sus puertas al público L'Hemisfèric. Once meses después, a las puertas de unas elecciones, el presidente Eduardo Zaplana inauguró el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, aunque las obras no estaban terminadas. El museo se abrió al público veinte meses después. El 12 de diciembre de 2002, se abrió L'Oceanogràfic, el mayor acuario construido en Europa. Y el 8 de octubre de 2005 la obra total se culminó con la apertura del Palacio de las Artes Reina Sofia, que perdió su condición inicial de sede de la Filmoteca valenciana para convertirse en el teatro de la ópera de Valencia.

Eventos

Principales tipos de eventos atendidos: conferencias, congresos, convenciones, eventos deportivos, incentivos, lanzamientos de producto, recepciones, rodaje spot publicitario

Adiós al maestro que nunca vió su obra cumbre

La trayectoria singular de Jørn Utzon, arquitecto de la Ópera de Sidney, fallecido este sábado a los 90 años y considerado uno de los arquitectos más importantes e A los 90 años, murió Jorn Utzon, el arquitecto danés que le cambió la imagen a Australia. La ópera de Sydney, realizada a partir de un concurso organizado en el año 1956, sin lugar a dudas se convirtió en la foto más pregnante de ese país.

OBITUARIO: 'IN MEMÓRIAM' Jørn Utzon, arquitecto


influyentes del siglo XX, cuenta con un legado innovador donde abundan los hallazgos constructivos y formales en una arquitectura que reivindica la construcción, la honestidad material y la integración en el paisaje. La trayectoria del arquitecto danés, reconocido con el Premio Pritzker en 2003, se ha forjado sobre dos convicciones esenciales: la construcción y el paisaje.

Nacido en Copenhague en 1918, su infancia se desarrolló entre los astilleros de Aalborg y Helsingør de los que su padre, ingeniero naval, fue director. La influencia del mundo naval y las lecciones del pintor sueco Carl Kylberg, quien le abrió los ojos a la luz peculiar del paisaje escandinavo, forjan el itinerario del joven Utzon. Estudió en la Escuela de Arquitectura de Copenhague, titulándose en 1942. A los 27 años trabaja brevemente con Alvar Aalto en Helsinki y a los 29 años, realiza un largo viaje por Marruecos, donde descubre la construcción esencial vernácula. En 1949 viajó a Estados Unidos y a México, donde visitó a Mies van der Rohe y a Frank Lloyd Wright, y conoció de primera mano las plataformas construidas por los mayas.

Su obra concilia los preceptos universales de la modernidad con la tradición vernácula e histórica. Los proyectos sucesivos de Utzon, admirador de los maestros Aalto, Asplund, Wright o Mies, no permanecieron ajenos a la evolución de la arquitectura moderna, pero surgieron invariablemente a partir de una rigurosa reelaboración personal.

En 1957 ganó el concurso de la que sería su obra maestra, la Ópera de Sidney (1956-1973), un monumental edificio donde combina la tradición de las plataformas masivas con la abstracción formal de las cáscaras materializadas como fragmentos de una única esfera. Sin embargo, tras un largo proceso de desencuentros, Utzon fue obligado a abandonar, en 1966, la proeza estructural de la construcción del edificio que ha llegado a ser el icono de Sidney y Australia.

A pesar de su dimensión épica, la Ópera de Sidney no es la única obra de Utzon que forma parte de la historia de la arquitectura. El conjunto de viviendas Kingo (1956) y el de Fredensborg (1965) son agrupaciones residenciales creadas a partir de la adición de casas patio que concilian la individualidad del modo de habitar de cada familia con la valoración geográfica del entorno.

Innovaciones técnicas

El talento poético de sus dibujos describe también los numerosos proyectos no construidos en las postrimerías de los años sesen-ta y setenta. Los experimentos plásticos y las innovaciones técnicas caracterizan el proyecto para el Museo de Arte en Silkeborg (1963), donde concibe un conjunto de tinajas que sobresalen del terreno como lucernarios. Mientras, rigurosa y poética, la iglesia de Bagsværd (1976) queda determinada por la plasticidad de la cubierta, la sobriedad formal y la contundencia geométrica de la Asamblea Nacional de Kuwait (1972) constituye un homenaje a la arquitectura islámica.

La construcción de los refugios insulares en Mallorca abre un proceso de distanciamiento y balance. Construido al borde de un acantilado, Can Lis (1968) es un recinto arcaico que mira al mar y Can Feliz (1994), un amplio mirador en el valle de Calonge. Después de residir varias décadas en Mallorca, encontró el reconocimiento merecido. Al arquitecto nonagenario se le rindió tributo en diversos congresos celebrados en Aalborg, Sevilla y recientemente en Mallorca.

Jaime J. Ferrer Forés es doctor arquitecto, profesor lector de Proyectos Arquitectónicos en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, autor del libro Jørn Utzon. Obras y proyectos. Works and projects, y comisario del Utzon International Meeting Mallorca 2008.