lunes, 14 de junio de 2010

Un monumento a lo superlativo


Arranca Rock in Rio, uno de los festivales de música más grandes del mundo, con las actuaciones de Bon Jovi, Pereza y Mago de Oz

Ante la gran máxima del arquitecto Mies Van Der Rohe, aquel "menos es más", su colega Robert Venturi espoleó años más tarde a una modernidad moribunda con su provocadora respuesta: "menos es más aburrido" (en inglés la broma sonaba mejor). El eslogan nació para proteger la dignidad del gran invento del siglo del entretenimiento: Las Vegas. Y la verdad es que explica bastante bien la naturaleza de Rock in Rio, un festival musical con una vocación irrefrenable de traspasar lo superlativo. Más público, más presupuesto, más marcas, más estrellas... La construcción de los sueños en medio de la nada (en este caso, a 22 kilómetros de Madrid, en unos terrenos del Ayuntamiento de Arganda del Rey) volvió a ponerse en marcha esta noche.

Justo a las 19.15 se abrieron las puertas, y centenaras de chavales que llevaban tostándose al sol todo el día galoparon por la enorme pradera de césped artificial para coger sitio en la primera fila del escenario principal. Objetivo: tener cerca a Jon Bon Jovi. Porque solo con la magnética presencia de la banda de New Jersey, el festival ya hubiera cubierto la mitad de su increíble aforo.

Personalismos aparte, el cartel no admite discusión. Puede gustar más a unos que a otros, pero es lo que quería la gente. Porque Roberto Medina, el director e inventor del evento, hizo un sondeo y contrató a los que le pidieron los encuestados. Falló AC/DC, que era el más solicitado en rock, pero están Metallica o Motörhead. Y en pop, no solo estará Shakira moviendo sus caderas en el gran balcón (la número 1, según la encuesta), sino que también cantará Rihanna. Así funciona el festival del pueblo: no es una cuestión de gusto, el asunto es la comunicación y la marca. Un evento en el que las estrellas pueden alimentar sus tics (Paul Mc Cartney pidió en la edición de Lisboa que no se sirviera carne a un kilómetro a la redonda) pero ni hablar de salir a tocar tarde o en malas condiciones. Porque aquí el cliente siempre tiene la razón.

Y el cliente (el festival ha tenido 4,6 millones de visitantes en sus 25 años) ya le dijo a Medina que quería ver como fuera a los viejos rockeros. A los que llenan estadios. Así que este viernes, en una jornada más masculina que la del sábado (en la que dominarán Shakira y Rihanna), el gran nombre del cartel es Bon Jovi. Durante toda la tarde, una legión de fans les ha estado esperando en la puerta de la autodenominada Ciudad del Rock. Y sobre las once y media, los amos del rock de melenita lacia y cuidadas mechas (quizá algo tenga que ver que el padre de Jon Bon Jovi fuera peluquero) se suben al escenario Mundo, un gigantesco artefacto de 98 metros de ancho y 28 de alto para cantar sus temas más recientes mezclados con su himnos de toda la vida. Para Medina, que esta noche se pasea por el festival, "el mejor grupo del mundo". Sobre esas tablas, antes que los (ya señores) de New Jersey, tocan Macaco y Pereza.

Pero el festival lo inauguraron los mexicanos Zoé acompañados de la talentosa Annie B Sweet, quizá lo más indie que pase por este festival. Ella hace lo que quiere con la su voz y ellos tienen un directo que ya querrían muchos de los que vendrían después. Tocaron en el esenario Sunset, justo en uno de los extremos del recinto de 200.000 metros cuadrados donde se ha construido este parque temático musical (con noria, tirolina y centro comercial incluidos). Producidos por Phil Vinall (Placebo, Elastica o Pulp), algunos dicen que suenan a Radiohead con tintes a Joy Division. Luego llegaron embutidos en sus trajes de cuero negros los Mago de Oz.

La primera vez que Medina le dio al interruptor de la criatura, 1.300.000 personas desfilaron por el festival. Esta vez, en su segunda edición española, según las cifras oficiales, serán 300.000. Este viernes, echando mano de la calculadora y cierto voluntarismo, la cifra debe rondar los 60.000. El modelo de negocio, en el que este año se han invertido 27 millones de euros y que genera 3.000 empleos directos y 12.000 indirectos, es un engranaje perfecto. Un parque temático itinerante que ha vuelto a dar a la gente ni más ni menos que lo que había pedido.

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