viernes, 22 de octubre de 2010

Las manos del carnaval

Un investigador brasileño deconstruyó el rito festivo de Río de Janeiro y analizó las partes que lo componen. Lo expuso en un encuentro de economía creativa en Buenos Aires.
Por: Héctor Pavón

Detrás de cada máscara, escola de samba, música, libreto, idea, de cada creación carnavalesca y carioca, hay miles de personas, muchas anónimas, que han trabajado todo el año. Hay instancias ocultas, eslabones invisibles de la cadena productiva de la economía del carnaval de Río de Janeiro que involucran laboralmente a 250 mil personas en torno de 59 escolas y que generan millones de reales. Este proceso ha sido estudiado por el profesor Luiz Carlos Prestes Filho quien vino a Buenos Aires al Encuentro Internacional de Economía Creativa, organizado por la Dirección General de Comercio Exterior e Industrias Creativas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y participó de la mesa "Ciudades Creativas: modelos de desarrollo local e internacionalización". Prestes Filho ha deconstruido la economía del carnaval y lo publicó en un libro, junto con otros investigadores. Hubiera sido muy interesante poder apreciar este libro llamado Cadeia produtiva da economia do carnaval, pero los veinte ejemplares que traía Prestes fueron retenidos en la aduana...

El autor de esta investigación porta un apellido cargado de historia: su padre fue Luiz Carlos Prestes, quien dirigió la columna militar que recorrió 25 mil kilómetros brasileños en una campaña revolucionaria a fines de los años 20. Prestes Filho hizo parte del recorrido a caballo y entrevistó a algunos de los sobrevivientes de aquel proyecto comunista liderado por tenientes progresistas.

Prestes Filho señala que el hecho de que la cultura sea tomada por la economía como un objeto de estudio es un fenómeno académico novedoso que ocurre en países del capitalismo avanzado como Estados Unidos y algunos de Europa. También ocurre en América Latina cuando se reúne un conjunto significativo de producciones que implican la organización de la cultura, los servicios, la administración de espacios y centros culturales, instrumentos de investigación, mecanismos de formulación y planeamiento de las políticas culturales, el perfil del trabajador cultural del siglo XXI, programas de formación y calificación de este profesional, entre muchos otros.

"Cuando hablamos de la actividad económica de la música, nos estamos refiriendo a una cadena productiva de fabricación de un objeto industrial que es el fonograma –explica con un ejemplo cercano Prestes–. Para hacer el fonograma tenemos que colocar una orquesta, un músico, intérpretes dentro de un espacio, de un estudio, y tiene que tener una creación, una canción o una música que se concreta en un fonograma. Pero cuando hablamos de carnaval nos estamos refiriendo a una prestación de servicio. No estamos produciendo un objeto industrial específicamente sino encantamiento, alegría, fiesta, belleza."

Hay un momento histórico en la vida del carnaval carioca que es la construcción de la Cidade do Samba, ubicada en la zona portuaria de Río. Allí no sólo se realiza el ritual festivo, sino que los artesanos de la industria trabajan los doce meses del año. Entre ellos, se destacan las bordadeiras del municipio de Barra Mansa, mujeres que "dibujan" las fantasías sobre las telas que usan las escolas. Al descomponer la celebración salen a escena todas las partes de este armado creativo. Allí aparece la industria del turismo, gráfica, audiovisual, fonográfica, instrumentos, la venta de determinadas bebidas, los entretenimientos, los carros alegóricos, el calzado. "Al mismo tiempo surgen las inquietudes por la propiedad intelectual e industrial. La marca de una escola de samba como Portela, Beija Flor, Mangueira, son marcas fuertes que deben ser administradas. Por otro lado, también importan los derechos de la gente que desfila. También se venden para la televisión los derechos de las imágenes que son transmitidas", explica Prestes, también coordinador del Núcleo de Estudios de Economía de la Cultura (NEEC) de la Asociación Brasilera de Gestión Cultural (ABGC).

Todo es complejo, la economía de la cultura no es menos importante que la industria de automóviles, define Prestes. "Solamente porque a veces cuando hablamos sobre cultura pensamos que estamos hablando de una cosa que parece especial. Hoy, un automóvil tiene dos mil patentes. Ni la Argentina ni Brasil tienen una industria de automóvil nacional, trabajamos con multinacionales porque no tenemos dinero para comprar las patentes, renovarlas y fabricar automóviles con todas las que corresponden porque la industria mundial actualiza todos los años las patentes. Entonces no tenemos cómo hacerlo, no tenemos estructura económica. La administración de los bienes de propiedad industrial de la industria de automóviles es tan compleja como los derechos de propiedad industrial, de la industria de carnaval. Nosotros tenemos que hacer un esfuerzo para mostrar que la cultura tiene importancia, que hay que ponerla en plano de igualdad con industrias como la del petróleo. Y también puede pasar que los artistas se animen a pensar que la cultura, en términos económicos, es más importante que el petróleo, que el gas, que la energía eléctrica..."

Joao Paulo Reis Velloso, economista brasileño dijo, al elogiar el libro de Prestes, que el aspecto social que se presenta en este texto merece ser destacado: "El carnaval es la vida y una realidad de una parte de la población que no tiene muchas oportunidades. La cultura del carnaval posee un sistema complejo, comandado por talentos singulares y típicamente brasileños. Su desarrollo se da por el amor a la cultura y por el sentimiento comunitario de todos los implicados. Los subsidios presentados en el libro hacen posible evaluar la importancia de esta fiesta popular, mostrando la actuación de sus productores culturales y facilitando el entendimiento del ciclo económico que ellos movilizan. Es difícil imaginar un Brasil sin carnaval..."

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